El peligro de la irrelevancia
- Laura Prieto
- 30 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Acaban de salir los últimos datos de la OJD sobre difusión y venta de la prensa escrita. Las cifras siguen incidiendo en una tendencia que parece abocar a este medio, hablando en su versión papel, a una progresiva desaparición. No sabemos si estos augurios se terminarán cumpliendo pero lo que sí nos está indicando la tendencia es que el camino a recorrer es otro bien distinto al que veníamos acostumbrados hasta ahora. Lo cierto es que se impone un cambio de modelo que, por otra parte, presenta sus propios problemas para llegar a convertirse en económicamente rentable. Pero ése es otro debate.
Aunque las reflexiones se centren en estos momentos en el medio escrito, la tendencia y el cambio de modelo afectan, en mayor o menor medida, a todos los medios. Parece claro que hay una dificultad manifiesta para conectar con las generaciones que ahora median los 35-40 años y, mucho más aún, para hacerlo con los más jóvenes.
Influyen en ello varios factores que se han comentado hasta la saciedad y que, todos juntos, han contribuido a una realidad que ha colocado a los medios de comunicación en un severo descrédito. Más allá del acierto o desacierto al incorporar nuevos canales en respuesta a demandas muy concretas, el peligro de ese descrédito es que puede convertir a los medios de comunicación en irrelevantes. Y eso es muy grave. Tenga el medio la orientación política, económica o social que tenga, la relevancia para el ciudadano debería ser importante para garantizar la pervivencia de la pluralidad en la construcción del pensamiento individual y colectivo.
Si los medios están corriendo ese riesgo, la comunicación tendría que llevar ya algún tiempo remojando sus barbas. El modelo puesto en práctica hasta ahora se va quedando obsoleto y no aporta los resultados deseados. Y, al igual que sucede en los medios, no es sólo un problema de ser más audiovisuales, de hacer uso del storytelling o de ser más activos en redes sociales. De nuevo estamos ante una conjunción de muchos vectores pero, sobre todo, es una transformación en el modelo de relaciones entre instituciones públicas, empresas, organizaciones sociales y ciudadanos. Y también, cómo no, medios de comunicación.
En el modelo está la clave y, si no entendemos la necesidad de ese cambio, correremos el riesgo, una vez más, de convertirnos en irrelevantes. Como dicen ahora, toca urgentemente irse al rincón de pensar

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